Nos vamos al mercado!
Y encontramos todo un interesante desfile de productos: fruta, verdura, carne, pescado... Todo expuesto de la mejor forma para llamar nuestra atención. Buena iluminación, espacios amplios y sobre todo y lo más importante, sus vendedores.
Gente humilde, que con la mejor de sus sonrisas, te saluda: Buenos días señora! Pero mira a quién tenemos aquí! Pero si es... ¡ay, cuánto has crecido! ¿me enseñas tu peluche?
Tratan a la gente con familiaridad y simpatía. Pero a la niña le da igual, quiere su peluche.
Seguimos el paseo,un sin fin de olores nos invaden. ¡Qué buena pinta tiene ese pulpo! Las señoras preguntan cúal es el pescado fresco, comentan para qué lo van a cocinar, la pescatera les sugiere; la señora pregunta cómo cocinarlo, el pescatero le explica...
En el mercado, los compradores habituales conocen los puestos y se dirigen con rapidez para coger número... ¿quién es la último/a? Seguramente lleven muchos años comprando en este lugar, y ya no se molestan en buscar más. Comprar aquí les transmite confianza.

Mezcla de colores, el rojo intenso invade el mostrador; kilos y kilos de pimiento traidos de la huerta. La señora estira el brazo para alcanzar los pimientos que están a su gusto; ella misma se sirve con la mano y la vendedora le cobra amablemente.
Una vez en la calle, los niños juegan. Este niño sigue a su padre, disfrazado de cabezudo. Después de comprar, ya se van...
La señora, con su torpe caminar, intenta subir las escaleras cargada de fruta. ¿Le ayudo señora? No parece ser necesario, vive cerca.
Ha sido una agradable experiencia, después de un pequeño almuerzo, nos vamos a casa.
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